Cerró los ojos, ensimismado en su agónica confesión. Yo le escuchaba con más deseo de lo racional. El sentido común me decía que debería estar aterrada. En lugar de eso, me sentía aliviada al comprenderlo todo por fin
La verdad es que la mayoría de las mujeres son débiles, ya sean mortales o inmortales. Pero cuando son fuertes, son absolutamente imprevisibles.
Te he dicho que yo no sentía miedo respecto a mi propia muerte, ni siquiera un prejuicio contra el suicidio. Pero sentía inmensa consideración por la vida de los demás.
El mar es dulce y hermoso, pero puede ser cruel.
Había una gran tumba, más señorial que todas las demás, enorme y de nobles proporciones. Sobre ella había escrita una sola palabra: Drácula.
Estoy desconcertado. Dudo, temo, pienso cosas extrañas, y yo mismo no me atrevo a confesarme a mi propia alma.
Aunque la conmiseración no puede alterar los hechos, sí puede contribuir a hacerlos más soportables.
Sentimos todos que la calma que resplandecía como la luz del sol sobre el rostro y el cuerpo de la muerta, era sólo un símbolo terrenal de la tranquilidad de que disfrutaría durante toda la eternidad.
La muerte es el enemigo. La muerte es contra lo que cabalgo con la espada envainada y el pelo flotando al viento.
El mejor fuego no es el que se enciende rápidamente.
Cuando llega la muerte, la gran reconciliadora, jamás nos arrepentimos de nuestra ternura, sino de nuestra severidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario